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miércoles, 28 de agosto de 2013

DOROTHY STANG

“Sólo un profundo cambio en nuestra forma de vivir, en nuestros valores y actitudes puede traer nueva vida a nuestro mundo”.

 


Dorothy Stang, nacionalizada brasileña, ingresó en 1966 en la congregación Nuestra Señora de Namur y posteriormente fue de misionera a la Amazonía, donde defendió las causas ambientales y de los trabajadores sin tierra. Por su compromiso con los más pobres, fue declarada “Ciudadana Honorable de Pará” por la Asamblea Legislativa del Estado. Recibió el Premio de Derechos Humanos, concedido por la Ordem dos Advogados do Brasil (Colegio de Abogados de Brasil). El 12 de febrero de 2005 fue asesinada tras recibir seis balazos a quemarropa. En esos momentos se dirigía a una reunión del Proyecto de Desarrollo Sostenible Esperanza, uno de sus sueños. 

Dorothy nació en Dayton, en el Estado de Ohio en Estados Unidos, en el periodo de la Gran Depresión, por lo que su infancia no fue fácil en un país afectado por el desempleo y la tensión social y con la sombra de la guerra. En 1948 entró en la congregación de las religiosas de Notre Dame e hizo sus votos en 1956. 

Cuando llegó a Brasil, en 1966 se estableció en Anapú, una pequeña localidad del Estado de Pará, al norte de Brasil. Desde entonces su actividad fue muy intensa. Y con el tiempo fue pasando de ser promotora de educación a defensora del Amazonas y de la reforma agraria. 

Su mayor ambición era el Proyecto Desarrollo Sustentable “La Esperanza”, que defiende repartir 130.000 hectáreas de tierra entre 600 familias campesinas. Esta intención chocaba directamente con los intereses de los terratenientes y grandes hacendados que explotan ilegalmente los recursos forestales de la Amazonía, sobre todo los árboles exóticos y en peligro de extinción como la caoba, el cedro y el jatobá, que se pagan a muy buen precio en el mercado negro. Dorothy tuvo que aprender a convivir con las constantes amenazas de muerte, al igual que varios de sus colaboradores. En 2004 se registraron 10 denuncias ante la justicia del Estado de Pará por amenazas de muerte contra ella. Sin embargo el Gobierno de Pará no tomó ninguna medida para garantizar la seguridad de la religiosa. Esta región es uno los lugares de Brasil donde se registra el mayor número de conflictos a causa de la tierra y por cuestiones ambientales. Además en muchas haciendas todavía tienen trabajadores en situación de esclavitud. Pará es considerada uno de los lugares más violentos del país. 

Ella no se dejaba atemorizar por las amenazas y llevaba una camiseta que decía: “La muerte del bosque es el fin de nuestra vida”. Un 20% de selva virgen se ha destruído en las últimas dos décadas. Ella reconocía las grandes dificultades que enfrentaba: 

“He aprendido tres cosas que son muy difíciles: ser tomada en serio como mujer en la lucha por la reforma agraria; creer en este pequeño grupo de campesinos y en su capacidad para organizarse y seguir adelante con su propia agenda; y tener el coraje de dar tu vida en la lucha por el cambio”

El asesinato de Dorothy Stang ocurrió el sábado 12 de febrero de 2005, a las 9 de la mañana, mientras ella se dirigía con dos trabajadores a una reunión del Proyecto de Desarrollo Sustentable “La Esperanza”. Dos pistoleros le dispararon seis balazos a quemarropa segándole la vida. Una ola de indignación y rechazo invadió Brasil. 

Desde entonces, la labor de Dorothy Stang continúa y las reivindicaciones de los pueblos del Amazonas están más que nunca en la agenda internacional. En 2009 el Foro Social Mundial que se celebró en Belem (Estado de Pará), dedicó una jornada entera a la Amazonía y a los pueblos que la habitan. El derecho de los campesinos a la tierra y la conservación del Amazonas se convirtieron en dos de las reivindicaciones más relevantes de este Foro. En 2008 Naciones Unidas otorgó a Dorothy Stang el premio de Derechos Humanos a título póstumo, que se otorga cada cinco años a aquellas personas que han jugado un papel relevante en la defensa de los derechos humanos.



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