La hermana
Angélique Namaika es una monja congoleña que lleva una década trabajando en
Dungu, una localidad remota y aislada en el noreste de la República Democrática
del Congo (RDC). Ayuda a mujeres y niñas desplazadas que han sido obligadas a
huir de sus hogares por los grupos armados, entre ellos el Ejército de
Resistencia del Señor (Lord Resistance Army-LRA).
Se calcula que
actualmente unas 320.000 personas se encuentran desplazadas en la región de
Dungu a causa de actividades relacionadas con el LRA o por la amenaza de
ataques. La brutalidad del LRA es bien conocida y los testimonios de las
mujeres relatan la terrorífica naturaleza de los abusos a los que se han visto
sometidas. El trabajo individualizado que realiza esta religiosa ayuda a las
víctimas a recuperarse del trauma. Además de los abusos sufridos, estas mujeres
y menores vulnerables a menudo se ven condenadas al ostracismo por sus propias
familias y comunidades a causa de la difícil situación que han vivido. Se
necesita un cuidado y tratamiento especial para ayudarlas a curar sus heridas y
rehacer sus vidas.
La hermana
Angélique también fue desplazada a causa de la violencia en 2009. Conoce de
primera mano el dolor de tener que dejar todo atrás y, en parte, es esta
experiencia lo que la empuja día tras día a recorrer kilómetros en bicicleta
por sinuosos caminos llenos de socavones para llegar hasta quienes necesitan su
ayuda.
En esta aislada
región del noreste de la República Democrática del Congo, la religiosa ha
dedicado su vida a ayudar a mujeres y niñas desplazadas para que lleguen a ser
autosuficientes y sean de nuevo aceptadas por sus comunidades.
El día 1 de febrero ha recibido en Madrid el Premio a la Fraternidad 2.014 de la revista Mundo Negro.
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